I n f o r m a c i ó n

g e n e r a l :

 T r a t a m i e n t o s

Tratamientos psicología en Tres Cantos

«Yo nunca seré de piedra;

lloraré cuando haga falta,

gritaré cuando haga falta,

reiré cuando haga falta,

cantaré cuando haga falta». - Rafael Alberti

Tratamientos cognitivo - conductuales

Los tratamientos cognitivo-conductuales están enfocados al estudio de la interrelación entre pensamiento, conducta y mundo emocional, y recogen los aportes de distintas corrientes dentro de la psicología científica.

Consisten en paquetes de técnicas combinados (eclecticismo técnico), como técnicas de reestructuración cognitiva, de entrenamiento en relajación, de aprendizaje y estudio, y otras estrategias de afrontamiento, de exposición y de preparación de habilidades específicas.

La TCC se enfoca en desafiar y modificar distorsiones cognitivas interferentes (pensamientos, creencias y actitudes que afecten negativamente a la vida de la persona), corregir  comportamientos que puedan resultar desadaptativos y mejorar la regulación emocional y el desarrollo de estrategias de afrontamiento eficaces.


En sus inicios fue diseñada para tratar la depresión, pero su uso se ha ampliado para incluir el tratamiento de los restantes diagnósticos de salud mental.

Una forma nueva de aprender

Todo aprendizaje necesita tiempo para asentarse y convertirse en parte de nuestra forma de actuar.

En el caso de las habilidades psicológicas, este proceso puede ser más complejo debido a su naturaleza abstracta; no son destrezas concretas, como puede ser el caso de las habilidades específicas que se practican en el ámbito deportivo.

El progreso en psicoterapia tiende a ser más bien escalonado, con altibajos a lo largo del camino.

Como en otros ámbitos de la vida, es poco frecuente que el cambio ocurra de manera completamente lineal hacia el bienestar. 

Habrá periodos de avance, seguidos de momentos de aparente retroceso, que en realidad forman parte del proceso necesario para integrar y adoptar una nueva forma de abordar las situaciones y de actuar en la vida cotidiana.

Lo importante será, en esencia, que la tendencia del proceso a largo plazo sea positiva.

Dicho proceso está guiado por tres principios técnicos básicos: el diálogo socrático, el descubrimiento guiado y el empirismo colaborativo.






El diálogo socrático

Entendemos por diálogo socrático una práctica basada en el diálogo a través de la cual se plantea que el ser humano es capaz de aprender, de movilizar sus recursos y de reflexionar acerca de las problemáticas que se encuentre a lo largo de su vida.

El objetivo del diálogo socrático no es el de dar una respuesta a las preguntas de otros, sino el de favorecer que la persona pueda ser capaz de profundizar en su propia mente y reflexión con el fin de encontrar respuestas y generar un conocimiento por sí misma.

Este método posee un carácter fuertemente conversacional: consiste en un diálogo en el que se guía a la persona a través de una serie de preguntas, empleando distintos recursos hacia la resolución de las dudas y conflictos que puedan surgir en el transcurso de la conversación. 

Dicha guía es meramente asistencial, siendo al final la propia persona quien encuentra la solución por sí misma.

De hecho, técnicamente no es siquiera necesario que se dé una respuesta, siendo también válido el que se admita el desconocimiento al respecto de un hecho o aspecto en concreto.

En tal caso, se procedería a generar y explorar nuevos aspectos de la situación.

Generalmente, las preguntas que surgen de la persona son respondidas mediante otra pregunta, de tal manera que se conduce el pensamiento de la persona a quien se le aplica el método con el fin de generar un procesamiento más profundo y complejo de la información.

Así, lo principal en este diálogo es el uso de preguntas de tipo inductivo, haciendo uso de los propios recursos en la dirección deseada.

El origen del método socrático lo encontramos en la figura de quien toma el nombre: Sócrates, el filósofo griego.

Este autor elaboró un método dialéctico con el propósito de ayudar a encontrar la propia verdad individual.

El proceso era relativamente sencillo de explicar, si bien su realización es más complicada de lo que aparenta:

En primer lugar se empleaba la incertidumbre, con el fin de lograr que el alumno o persona con la que se dialogaba poco a poco empezara a dudar de una verdad o aseveración determinada sobre el mundo, el futuro, el yo o los demás, e incluso que terminara admitiendo desconocimiento respecto al tema en cuestión y explorara otras alternativas novedosas.

Tras ello, se empleaba la mayéutica, o el método socrático propiamente dicho: el interrogador pasaba a guiar el proceso de pensamiento del interlocutor a través del diálogo y de la realización de preguntas relativamente simples, proponiendo y empleando los recursos de la persona para generar una nueva verdad u opinión más propia del individuo respecto a la premisa en cuestión, un nuevo conocimiento, más completo y conectado con el sí mismo.






El descubrimiento guiado

Este término, que se relaciona con la filosofía aristotélica en su vertiente más naturalista, hace referencia al resultado del proceso de la indagación y del aprendizaje, el cual no aparece a menos que nos veamos impulsados y necesitados de realizar una investigación, de preguntarnos el por qué de determinadas realidades vitales.

La necesidad de descubrir se crea por la insatisfacción mental o emocional, lo que obliga a la mente a centrarse en el problema, conceptualizándolo como algo retador, y despierta  la posibilidad de generar un nuevo descubrimiento

El estímulo que provoca esta oportunidad para aprender puede consistir en un problema o situación que exija una solución que no pueda resolverse con el conocimiento actual.

La interrogante motiva la indagación, la búsqueda de una respuesta inicialmente desconocida.

Un descubrimiento de esta potencial verdad en un principio velada, y guiado por esta indagación, vertebra todo el proceso psicoterapéutico.






El empirismo colaborativo

El empirismo colaborativo significa que la persona y el profesional se convierten en coinvestigadores, tanto para determinar los objetivos del tratamiento como para investigar los pensamientos de la persona.

Al formar una relación de cooperación, trabajan juntos para crear una nueva comprensión de la experiencia de la persona, lo que permite la transformación.

El empirismo colaborativo mantiene una fuerte relación con la relación terapéutica.

Esta se puede definir como ese componente afectivo y actitudinal que presenta tanto el profesional de la psicología como el consultante de manera recíproca en psicoterapia; además, se puede entender como el vínculo entre las dos partes implicadas en la terapia, el cual se establece y desarrolla por medio de la interacción que se da en el proceso de la intervención. 

Consecuentemente, una relación terapéutica adecuada tiene un pronóstico positivo y contribuye a la mejoría de las capacidades adaptativas de la persona, lo que significa que una relación entre profesional y consultante que se establezca con calidad se relaciona con el resultado en la intervención.



Fundamentos de la terapia cognitivo conductual

«Porque nadie más que tú puede saber por ti, nadie puede crecer por ti, nadie puede buscar por ti, nadie más puede hacer por ti lo que tú mismo debes hacer; la existencia no admite representantes». - Jorge Bucay

Fundamentos y proceso de las técnicas cognitivo - conductuales

La terapia cognitivo-conductual clásica supone que cambiar un pensamiento desadaptativo provoca cambios en el comportamiento y en el afecto, en las emociones.

Las nuevas tendencias, más recientes y apoyadas en técnicas de investigación más avanzadas, dan mayor importancia a cambiar la relación que se tenga con el pensamiento desadaptativo, más que sobre el cambio del pensamiento en sí mismo, y explorar su relación con el mundo emocional interior.


El objetivo de la terapia cognitivo-conductual no es diagnosticar una enfermedad, sino observar qué comportamientos, pensamientos y reacciones emocionales puede modificar la persona.

Habilidades

Parte del trabajo del profesional también consiste en ayudar a reemplazar las habilidades de afrontamiento, pensamientos, emociones y comportamientos que puedan ser inadaptados o poco saludables por otros más adaptados y saludables para la propia persona, en conexión con sus valores.

Este desarrollo de habilidades tiene una base biológica muy investigada.

Es de vital importancia el que la persona conozca la base y la explicación racional del funcionamiento de la mente humana antes de que pueda modificar cualquier aspecto o mecanismo de la misma, y es por ello que la ganancia de conocimientos y aprendizaje toman un especial valor en este enfoque psicoterapéutico.






Fases en la terapia

Se puede considerar que la TCC tiene seis fases:


Después de identificar los comportamientos que pueden cambiarse, ya sean por exceso o por déficit, y una vez aplicado el tratamiento, el profesional debe identificar si la intervención tuvo éxito o no. 

Por ejemplo, si el objetivo era disminuir el comportamiento, entonces debería darse una disminución en relación con la línea base del mismo (la frecuencia habitual que manifestaba tal comportamiento previo a la intervención psicológica).

Si el comportamiento crítico permanece en o por encima de la línea base, entonces la intervención ha fallado.

En tal caso, y dado el carácter en espiral del modelo psicoterapéutico de la terapia cognitivo - conductual, se procederá a un nuevo análisis y evaluación detallada del proceso, se reconceptualizará en función de la información verificada, y se procederá a la aplicación técnica en una nueva intervención. 

Este proceso de análisis no sólo se da en caso de fallo, sino también con los éxitos que poco a poco se van dando cuando la intervención sigue un desarrollo satisfactorio.

De esta manera, la persona y el profesional podrán identificar juntos tanto los factores relacionados con la progresión positiva como aquellos relacionados con la negativa, con el fin de aprender sobre ellos y utilizar esta ganancia en conocimientos para poder avanzar en el proceso psicoterapéutico.

Se dice que la TCC mantiene un funcionamiento en espiral debido a que estas fases se dan en ciclos, es decir, se repiten en la medida en que sea necesario con objeto de ganar más conocimiento y capacidad con cada nueva vuelta.


A su vez, las recaídas o sucesos negativos que se pueden dar durante el proceso psicoterapéutico se conceptualizan como potenciales oportunidades de aprendizaje para lograr una comprensión más profunda y completa, y así desarrollar progresivamente la fortaleza interior.

La primera sesión

La sesión inicial tiene como objetivo principal entender la problemática de la persona, recopilar información sobre sus metas y ofrecer una evaluación preliminar por parte del profesional.

En esta primera cita, se exploran posibles enfoques de intervención en el contexto de la psicoterapia.

Desde este momento, se prioriza la evaluación y se introducen "tareas para casa", diseñadas para que la persona pueda experimentar y asimilar las conclusiones de manera directa.

El enfoque de las sesiones se basa en la psicoterapia cognitivo-conductual, lo que implica explorar perspectivas alternativas para interpretar las situaciones específicas de cada persona y plantear ejercicios prácticos para comprobar los conceptos y reflexiones trabajados.


Según la utilidad que la persona encuentre en lo abordado, integrará y aplicará las estrategias aprendidas como parte de su repertorio personal.

La fase inicial del tratamiento

Durante las fases iniciales del tratamiento, generalmente se establece una frecuencia semanal para las sesiones, lo que permite un seguimiento continuo y constante de los progresos.

A medida que se logran los objetivos establecidos y los síntomas comienzan a disminuir, la intensidad de la terapia se va ajustando, lo que implica espaciar gradualmente las citas, pasando a ser quincenales o incluso mensuales, según la evolución de la situación.

Este ajuste en la frecuencia busca dar a la persona el espacio necesario para consolidar los avances, mientras se sigue brindando apoyo en momentos clave.

Además, es importante recalcar que, a lo largo del proceso, se fomenta la autonomía y la fuerza interior, alentando a la capacidad propia para aplicar las herramientas adquiridas en la vida diaria de forma independiente.


En cualquier caso, la decisión sobre la frecuencia de las sesiones se toma de manera colaborativa, en función de las necesidades y el ritmo de cada persona.

El aprendizaje de habilidades

En psicoterapia, los cambios surgen a partir de la comprensión e integración de conceptos teóricos, los cuales se consolidan cuando los ponemos en práctica en nuestra vida cotidiana.

Al probar y evaluar estas ideas en situaciones reales, encontramos respuestas y llegamos a conclusiones significativas.

El terapeuta ofrece propuestas y alternativas, cuya efectividad se valida al aplicarlas, lo que facilita superar el malestar y alcanzar los objetivos terapéuticos.

Durante el proceso terapéutico, es importante manejar adecuadamente los niveles de malestar.

Si este es demasiado bajo, podría faltar la motivación para el cambio; mientras que un malestar excesivo podría generar un bloqueo que dificulte el avance.

En algunos casos, puede ser necesario combinar la psicoterapia con tratamientos farmacológicos, siempre con el propósito de que la persona no desarrolle dependencia ni hacia los medicamentos ni hacia el propio profesional.

El objetivo esencial del proceso es que la persona logre ser autosuficiente, utilizando las herramientas adquiridas para resolver los problemas que la llevaron a consulta.

Además, se busca que estas habilidades también permitan enfrentar nuevos desafíos relacionados con lo aprendido.

En este sentido, se trabaja para desarrollar una sensación de control interna, es decir, la capacidad de sentirse responsable y competente para manejar las dificultades, en contraposición a depender de factores externos.


Este aspecto es clave para el éxito del proceso psicoterapéutico, ya que cuanto más se interioricen y automaticen las estrategias aprendidas, más sólido y duradero será el progreso alcanzado.

La evolución a largo plazo

El propósito principal de cualquier proceso psicoterapéutico es lograr una mejora estable y duradera en el bienestar de la persona.

Sin embargo, dependiendo de las circunstancias individuales, pueden surgir recaídas después de haber finalizado el tratamiento. 

Estas recaídas son una parte normal del proceso y no deben interpretarse como una incapacidad para mantener el bienestar a largo plazo.

Si esto ocurre, es útil revisar las estrategias y conceptos trabajados durante las sesiones, recurriendo a notas o materiales utilizados durante el proceso.

En casos donde esto no sea suficiente, algunas sesiones adicionales pueden ayudar a reforzar los aprendizajes previos y recuperar el control sobre el malestar.

La motivación de la persona es un factor crucial para el éxito en psicoterapia, y en muchos casos, el factor decisivo.

Aunque el profesional cuenta con diversas herramientas, la colaboración activa de la persona es esencial para poner en práctica las recomendaciones y ejercicios sugeridos.

Los síntomas y objetivos que se presentan en consulta son variados; aunque puedan compartir ciertas características comunes, cada caso es único y requiere un enfoque personalizado.

Los psicólogos evalúan diversos aspectos al trabajar con sus pacientes, como la naturaleza de los síntomas, el nivel de apoyo social, las habilidades interpersonales, la capacidad para manejar la frustración, el grado de conciencia sobre el problema y la relación entre el problema y la identidad de la persona.

La mayoría de quienes buscan ayuda psicológica perciben que sus síntomas generan un nivel de incomodidad significativo, lo que motiva su deseo de cambio.

Esto se conoce como síntomas egodistónicos, ya que están en conflicto con la percepción que la persona tiene de sí misma.

Para que el cambio sea posible y la persona aprenda nuevas formas de afrontar las dificultades, debe existir un estímulo moderado de malestar.

Si el malestar es demasiado intenso, puede generar un bloqueo que dificulte el proceso, mientras que un malestar muy leve puede llevar a la complacencia y a la falta de impulso para el cambio.



La psicoterapia es, en esencia, un proceso estructurado y guiado que busca alcanzar las metas definidas por cada persona, en compañía y equipo junto con el profesional, con el fin de lograr el equilibro y la salud física y mental.


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