D o l o r
c r ó n i c o
«La palabra dolor proviene del latín “dolor, doloris”, y es un nombre de efecto o resultado (“-or”, sufijo de resultado de la acción de un verbo), a partir del verbo latino “dolere”, que significa sufrir o ser golpeado.
Crónico deriva del griego “Χρονος”, y hace referencia a Cronos, dios del tiempo, conocido como Saturno por los romanos».
Dolor crónico
Descripción general
El dolor es una señal del sistema nervioso que indica la posibilidad de un problema.
Se manifiesta como una sensación desagradable, como pinchazos, hormigueo, picazón, ardor o molestias.
El dolor puede ser agudo o crónico, localizado en un área específica o extendido por todo el cuerpo.
El dolor agudo alerta sobre posibles lesiones o problemas que requieren atención inmediata.
Por otro lado, el dolor crónico es persistente, prolongándose durante semanas, meses o incluso años.
Puede originarse por una lesión previa, una infección o una condición médica como artritis o cáncer.
En algunos casos, la causa del dolor crónico no es evidente, y factores ambientales y psicológicos pueden contribuir a su intensificación.
El dolor crónico afecta especialmente a adultos mayores y mujeres, quienes informan una mayor incidencia.
Algunas personas sufren de múltiples enfermedades que provocan dolor crónico.
Aunque el dolor crónico no siempre es curable, existen tratamientos que pueden ayudar y complementar el proceso médico y el afrontamiento psicológico de la persona hacia su propia vivencia del dolor y de sus consecuencias en la vida cotidiana.
Fisiopatología del dolor
El dolor es la causa más común de consulta médica.
Tiene aspectos tanto físicos como emocionales, y suele dividirse en agudo y crónico.
El dolor agudo se caracteriza por ansiedad y activación del sistema nervioso simpático (como taquicardia, aumento de la frecuencia respiratoria y de la presión arterial, sudoración y dilatación de las pupilas).
En contraste, el dolor crónico no conlleva una activación del sistema nervioso simpático, pero puede asociarse con síntomas vegetativos (como fatiga, pérdida de libido y apetito) y depresión del estado de ánimo.
La tolerancia al dolor varía significativamente entre las personas.
Factores psicológicos
Los factores psicológicos desempeñan un papel importante en la modulación del dolor.
Los pensamientos y emociones influyen en la percepción del dolor, y muchos pacientes con dolor crónico también experimentan trastornos psicológicos como la depresión y la ansiedad.
Esta interacción puede llevar a que los pacientes con dolor crónico sean malinterpretados como si tuvieran un trastorno psiquiátrico, lo que puede afectar negativamente su atención médica.
El dolor afecta varios aspectos cognitivos, como la atención, memoria, concentración y contenido del pensamiento, lo que puede requerir recursos cognitivos adicionales.
La transmisión y modulación del dolor involucra la entrada de fibras nerviosas en la médula espinal y su proyección hacia el tálamo y la corteza cerebral.
La estimulación repetida puede sensibilizar las neuronas espinales, aumentando la percepción del dolor.
Además, sustancias liberadas durante la lesión tisular pueden sensibilizar los nociceptores periféricos y modular la señal de dolor a lo largo de múltiples puntos en las vías nerviosas.
Los factores psicológicos también modulan la transmisión del dolor, generando aferencias nerviosas que influyen en la percepción del dolor y su respuesta.
Esta interacción compleja destaca la importancia de abordar tanto los aspectos físicos como psicológicos del dolor en su tratamiento.
Dolor crónico
Los trastornos crónicos persistentes no resueltos, como el cáncer, la artritis reumatoide o la hernia de disco, que generan estímulos nociceptivos progresivos, pueden ser la causa principal del dolor crónico.
Por otro lado, incluso una lesión leve puede provocar cambios duraderos (sensibilización) en el sistema nervioso, desde los receptores periféricos hasta la corteza cerebral, lo que resulta en dolor persistente sin la presencia continua de estímulos nociceptivos.
Esta sensibilización puede hacer que el malestar asociado a un trastorno casi resuelto, que en condiciones normales podría ser leve o insignificante, sea percibido como un dolor significativo.
En algunos casos, como en el dolor crónico de espalda tras un traumatismo, el desencadenante inicial del dolor es evidente; mientras que en otros, como en la cefalea crónica, el dolor facial atípico o el dolor abdominal crónico, el factor desencadenante puede ser más difícil de identificar.
Los factores psicológicos pueden amplificar el dolor persistente, lo que puede llevar a que el dolor crónico parezca desproporcionado en relación con los procesos físicos subyacentes.
Este tipo de dolor crónico suele estar asociado con problemas psicológicos como la depresión y la ansiedad, y es frecuente que sea complicado diferenciar la causa psicológica del efecto, ya que el dolor, la depresión y la ansiedad tienden a intensificarse mutuamente.
Además, diversos factores en el entorno del paciente, como los miembros de la familia o amigos, pueden reforzar conductas que contribuyen a la perpetuación del dolor crónico.
Fibromialgia
La fibromialgia es el síndrome de dolor crónico generalizado más común, con una prevalencia del 2 al 3%.
Aunque es más frecuente en mujeres, los nuevos criterios diagnósticos, que no requieren un número específico de puntos sensibles locales, han permitido diagnosticar la fibromialgia en hombres con mayor frecuencia que en el pasado, disminuyendo así la disparidad de género.
Aunque la fisiopatología de la fibromialgia aún no se comprende completamente, se sugiere que podría involucrar un síndrome de sensibilización central con alteraciones en la regulación del dolor, lo que lleva a la activación e hiperreactividad de las vías nociceptivas y los centros de procesamiento del dolor.