Por: Omar Milizia Aguilar, Psicología Fortaleza. | 21/05/2024
"Muy bien, voy a preguntar,
por ti, por ti, por aquel,
por ti que quedaste solo,
y el que murió sin saber.
Muy bien, voy a preguntar,
por ti, por ti, por aquel,
¿por qué al pueblo indefenso,
contestaron con fusil?"
Víctor Jara.
¿Cómo se define la violencia?
La violencia es un fenómeno complejo y multifacético que ha sido objeto de estudio en diversas disciplinas, incluyendo la filosofía, la sociología, la psicología y el derecho.
En términos generales, la violencia puede definirse como el uso intencional de la fuerza o el poder, ya sea de manera física, psicológica o simbólica, que tiene como resultado o es altamente probable que resulte en daño, sufrimiento, o privación.
Esta definición amplia abarca una gama de comportamientos y acciones que van desde la agresión física directa hasta formas más sutiles de coerción y control.
Desde una perspectiva filosófica, la violencia se puede analizar en función de sus causas, sus manifestaciones y sus implicaciones éticas y morales.
Por ejemplo, filósofos como Thomas Hobbes han argumentado que la violencia es una consecuencia inevitable de la naturaleza humana y el estado de naturaleza, mientras que otros, como Jean-Jacques Rousseau, han sostenido que la violencia es el resultado de la corrupción social y las desigualdades estructurales.
La percepción y la interpretación de la violencia han evolucionado a lo largo de la historia y varían significativamente entre diferentes culturas y épocas.
En la antigüedad, la violencia era a menudo una parte integral de la vida cotidiana y se veía como un medio legítimo para resolver conflictos y consolidar poder.
En muchas sociedades antiguas, la guerra y la conquista eran no solo aceptadas sino también glorificadas.
Durante la Edad Media, la violencia seguía siendo común, especialmente en forma de guerras, cruzadas y castigos públicos.
Sin embargo, con la llegada de la modernidad y la formación de los estados-nación, se comenzaron a desarrollar sistemas legales y estructuras gubernamentales que buscaban monopolizar y regular el uso de la violencia.
Filósofos como Hobbes justificaron este monopolio estatal de la violencia como un mal necesario para evitar el caos y la guerra de todos contra todos.
En el siglo XX, el análisis de la violencia se profundizó con el surgimiento de teorías críticas y estudios sobre el poder y la dominación.
Hoy en día, la violencia sigue siendo un tema central en el debate público y académico. La globalización, las nuevas tecnologías y los cambios sociopolíticos han transformado las formas y las percepciones de la violencia, planteando nuevos desafíos para su comprensión y prevención.
El maltrato, el terrorismo, y la violencia cibernética son solo algunos de los problemas contemporáneos que requieren una reflexión profunda y multifacética.
Filosofía de la violencia
La filosofía política ha jugado un papel crucial en el análisis de la violencia, especialmente en relación con el poder y el estado.
A lo largo de la historia, los filósofos han tratado de entender las causas de la violencia, su justificación y cómo puede ser regulada o erradicada.
Thomas Hobbes, en su obra "Leviatán" (1651), argumenta que en el estado de naturaleza, los seres humanos viven en una condición de guerra de todos contra todos (bellum omnium contra omnes), donde la vida es "solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta".
Según Hobbes, esta violencia innata surge de los deseos y pasiones humanas, así como de la falta de una autoridad común que mantenga el orden.
Para escapar de este estado de perpetua violencia, los individuos acuerdan ceder su poder a un soberano absoluto, el Leviatán, que tiene la autoridad para imponer la paz y la seguridad mediante el monopolio legítimo de la violencia.
Contrario a Hobbes, John Locke presenta una visión más optimista en su "Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil" (1689).
Locke reconoce que la violencia puede surgir en el estado de naturaleza, pero cree que los seres humanos son capaces de actuar racionalmente y cooperar.
Para Locke, el contrato social no implica ceder todo el poder a un soberano absoluto, sino crear un gobierno con poderes limitados y basado en el consentimiento de los gobernados.
La violencia del estado, en este contexto, debe ser legítima y utilizada solo para proteger los derechos naturales de vida, libertad y propiedad.
La violencia plantea cuestiones éticas fundamentales sobre la justificación y la moralidad de su uso. Los filósofos han debatido ampliamente cuándo, si es que alguna vez, la violencia puede ser moralmente aceptable.
Por ejemplo, la teoría de la guerra justa es un marco ético que intenta determinar las condiciones bajo las cuales la guerra y el uso de la violencia pueden ser moralmente justificados.
Según la teoría de la guerra justa, para que una guerra sea considerada justa, debe cumplir con ciertos criterios:
Justa causa: La violencia solo puede usarse para defenderse de una agresión injusta o para proteger a inocentes.
Autoridad legítima: La decisión de ir a la guerra debe ser tomada por una autoridad política legítima.
Intención correcta: La guerra debe tener la intención de lograr una paz justa y no de venganza o conquista.
Proporcionalidad: El daño causado por la guerra debe ser proporcional al bien que se espera lograr.
Último recurso: La violencia debe ser utilizada solo después de que todos los medios pacíficos hayan sido agotados.
Desde otra perspectiva, el pacifismo es la oposición a la violencia y la guerra bajo cualquier circunstancia.
Filosóficamente, el pacifismo se basa en la convicción de que la violencia es intrínsecamente inmoral y que los conflictos deben resolverse por medios pacíficos.
Pensadores como Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr. han defendido la no violencia como una estrategia ética y política efectiva.
Gandhi, influido por el jainismo y el hinduismo, desarrolló el concepto de "ahimsa" (no daño) y "satyagraha" (fuerza de la verdad), que implican la resistencia pacífica y la desobediencia civil como formas de combatir la injusticia.
Martin Luther King Jr., inspirado por Gandhi y la tradición cristiana, promovió la no violencia durante el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos, argumentando que el amor y la resistencia pacífica son las herramientas más poderosas contra la opresión.
Como puede observarse, el debate sobre si la violencia es inherente a la naturaleza humana o es un producto de circunstancias sociales y culturales ha sido central en la filosofía.
La violencia en el mundo contemporáneo
La violencia en la sociedad contemporánea se manifiesta de diversas formas, cada una presentando desafíos únicos para la teoría y la práctica psicológica.
El maltrato es una de las formas más prevalentes, abarcando abusos físicos, sexuales, psicológicos y económicos.
El terrorismo, que utiliza la violencia para infundir miedo y lograr objetivos políticos, plantea importantes cuestiones éticas y psicológicas.
Menos conocida pero igualmente dañina, la violencia estructural se incrusta y perpetúa a través de las relaciones sociales, culturales y económicas, perpetuando la desigualdad.
Con el avance de la tecnología, la violencia cibernética ha emergido como una nueva forma de violencia, que incluye el acoso en línea y la difusión de información falsa.
Este tipo de violencia plantea nuevos dilemas éticos y psicológicos sobre la responsabilidad, la libertad de expresión y la seguridad en el ciberespacio.
No obstante, desde la filosofía y la psicología también ofrecen perspectivas y métodos para la resolución de conflictos.
La no violencia, promovida por figuras ya mencionadas, como Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr., es una estrategia tanto ética como psicológica para enfrentar la violencia y la injusticia.
También, la justicia restaurativa, defendida por teóricos como John Braithwaite, busca reparar el daño causado por la violencia a través de la reconciliación entre víctimas y perpetradores, contrastando con el sistema de justicia retributiva.
En resumen, una mirada comprensiva y profunda permitirá comprender, a lo largo del tiempo, cómo diferentes formas de opresión interactúan y se refuerzan mutuamente, proporcionando un análisis más completo de la violencia.
La violencia
El texto de Víctor Jara, evocando los trágicos acontecimientos de Puerto Montt en 1969, plantea preguntas fundamentales sobre la justicia, el poder y la legitimidad de la violencia.
Su mensaje resuena con fuerza al examinar las tensiones entre el pueblo y las estructuras de poder, recordándonos las sombrías realidades que enfrentan las sociedades cuando la violencia se convierte en la respuesta a las demandas de la ciudadanía.
En marzo de 1969, en Puerto Montt, Chile, una protesta pacífica de pobladores que reclamaban su derecho a la vivienda fue violentamente reprimida por la policía, resultando en muertes y heridos. Víctor Jara, a través de sus letras, nos invita a cuestionar las razones y justificaciones de tal violencia.
Su interrogante no es solo un reclamo de justicia para las víctimas, sino también una denuncia de la brutalidad ejercida por el estado contra ciudadanos indefensos.
Desde una perspectiva psicológica, la violencia estatal tiene efectos devastadores en las comunidades.
El trauma causado por tales eventos perdura en la memoria colectiva, generando miedo, desconfianza y un sentido de impotencia entre los afectados.
Este impacto psicológico refuerza la necesidad de buscar soluciones pacíficas y justas a los conflictos sociales.
Finalmente, la pregunta de Jara "¿por qué al pueblo indefenso contestaron con fusil?" nos lleva a considerar la responsabilidad ética y moral de recordar y honrar a las víctimas de la violencia.
El recuerdo de estos hechos es crucial para evitar la repetición de tales atrocidades y para construir una sociedad basada en la justicia y el respeto por la dignidad humana.
En esencia, el texto de Víctor Jara no solo es un lamento por los caídos, sino una profunda reflexión filosófica sobre la naturaleza del poder, la legitimidad de la violencia y los derechos humanos.
Nos insta a cuestionar y desafiar las estructuras que perpetúan la injusticia y a buscar formas de resistencia que promuevan la paz y la dignidad para todos.