Por: Omar Milizia Aguilar, Psicología Fortaleza. | 20/04/2024
"Cuando escuché al docto astrónomo,
Cuando las pruebas, las cifras, fueron puestas en columnas delante de mí.]
Cuando me enseñaron los mapas y los diagramas, para sumarlos, dividirlos, medirlos,]
Cuando sentado escuché al astrónomo, con gran aplauso en el salón,]
Qué pronto me sentí inexplicablemente
hastiado,
Hasta que me escabullí de mi asiento y
me fui a caminar solo,
en el húmedo y místico aire nocturno,
Mirando de rato en rato,
en silencio perfecto a las estrellas."
- W. Whitman.
¿Qué es la soledad?
La soledad, una sensación intrínseca a la condición humana, trasciende fronteras culturales y cronológicas, arraigada en la historia de la humanidad como una constante compañera.
A lo largo de los siglos, ha sido explorada y plasmada repetidamente en diversas expresiones artísticas, desde la poesía hasta el cine, como un elemento fundamental de la experiencia humana.
A pesar de su omnipresencia, la soledad se revela como un fenómeno complejo de definir y comprender en su totalidad...
Su impacto en el psiquismo humano es profundo y variado, manifestándose a veces como una necesidad vital, buscada o anhelada, mientras que en otros momentos se experimenta como una carencia dolorosa, un vacío que clama por ser llenado.
La ambigüedad inherente al concepto de soledad ha dado lugar a múltiples definiciones a lo largo del tiempo.
Una de las más reconocidas, propuesta por Sullivan, la describe como "una experiencia desagradable vinculada a la falta de intimidad interpersonal".
Esta definición se encuentra en consonancia con la visión de Young, quien la concibe como "la percepción de una ausencia de conexiones satisfactorias, a menudo acompañada de síntomas de estrés".
Además, otros pensadores como Scalise, Ginter y Gerstein han identificado varios factores asociados al sentimiento de soledad.
Estos incluyen el agotamiento, caracterizado por una disminución en la energía y el desempeño, a menudo ligado a la sensación de una falta de propósito vital. El aislamiento, que se manifiesta como una experiencia de separación social. La inquietud, que surge de la frustración y la tensión asociadas a la soledad. Y finalmente, el abatimiento, una sensación de desaliento más profundamente vinculada a la depresión.
La soledad emerge así como una experiencia universal arraigada en el ser humano.
¿Qué podemos encontrar bajo el sentimiento de la soledad?
La existencia humana se encuentra inmersa en un constante flujo de cambios que, con frecuencia, irrumpen en nuestras vidas con un impacto significativo.
Desde la dolorosa pérdida de seres queridos hasta la separación forzada de seres cercanos debido a circunstancias profesionales, o el desgarrador fin de una relación amorosa, estos eventos tienen el poder de tejer una red de ausencia que a menudo nos sumerge en el abismo de la soledad.
Para comprender en su totalidad el origen de este sentimiento, es esencial considerar la interacción entre la realidad objetiva de nuestra situación y la interpretación subjetiva que le otorgamos.
Es común encontrarnos con personas que experimentan una profunda soledad a pesar de contar con una vasta red de relaciones sociales. Este fenómeno se manifiesta cuando la calidad de esos vínculos es deficiente, dejándonos sentir abandonados, desplazados o con un vacío emocional que pareciera insaciable.
En el núcleo de esta experiencia yace el profundo anhelo humano de pertenencia y de aceptación.
Nos impulsamos hacia la búsqueda y el mantenimiento de conexiones interpersonales significativas como una forma de mitigar el miedo a la soledad y el aislamiento.
Por lo tanto, nuestras decisiones y acciones, a menudo guiadas por este impulso subyacente, reflejan un intento por preservar la integridad de esos lazos emocionales cruciales, a fin de evitar caer en el abismo de la soledad existencial.
Soledad y filosofía
La intrincada relación entre la soledad y la filosofía ha marcado un camino esencial en la evolución del pensamiento humano.
Desde tiempos inmemoriales, los grandes pensadores han sugerido la necesidad de retirarse del tumulto del mundo para explorar con profundidad las complejidades de la existencia. Estos momentos de reclusión, lejos del ruido y las distracciones de la vida cotidiana, proporcionan un espacio propicio para la reflexión serena y la contemplación profunda.
Es en estas soledades donde se pueden gestar las ideas más originales y así alcanzar las conclusiones más reveladoras.
Esta idea de la soledad como un medio para la reflexión filosófica se remonta a la antigüedad.
En la cultura griega, por ejemplo, encontramos a figuras como Pitágoras, quien estableció una comunidad filosófica en la que se promovía el silencio y la reflexión personal.
También encontramos a los estoicos, quienes enfatizaban la importancia de la autarquía interior, es decir, la capacidad de encontrar la felicidad dentro de uno mismo, independientemente de las circunstancias externas.
Uno de los más destacados exponentes de esta relación entre soledad y filosofía fue Sócrates. Aunque se le recuerda principalmente por sus animadas discusiones en las calles de Atenas, también buscaba regularmente la soledad como un medio para profundizar en sus pensamientos y reflexiones.
De hecho, en el diálogo platónico "El banquete", Sócrates narra un episodio en el que se retiró a meditar durante varios días, alcanzando una profunda comprensión de la naturaleza del amor y la belleza.
En este contexto, el antiguo dictum del oráculo de Delfos, "Conócete a ti mismo", adquiere una relevancia aún mayor.
Esta máxima no solo implica un conocimiento superficial de uno mismo, sino una exploración profunda y sincera de nuestra propia naturaleza, motivaciones y creencias.
Es en la soledad donde podemos enfrentarnos directamente con nuestras verdades más íntimas, sin las influencias externas que puedan distorsionar nuestra percepción.
Así, la soledad se convierte en un catalizador para el autoconocimiento y el crecimiento personal.
En esos momentos de silencio y aislamiento, tenemos la oportunidad de confrontar nuestras dudas, examinar nuestras convicciones y reconectar con nuestra esencia más profunda.
La soledad, lejos de ser vista como un estado negativo, se revela como un camino hacia la autenticidad y la sabiduría.
El docto astrónomo
El poema "When I Heard the Learn'd Astronomer", de Walt Whitman, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de la sabiduría y el conocimiento.
A través de la experiencia del narrador, quien asiste a una conferencia de un astrónomo erudito, se nos presenta un contraste entre dos formas de comprender el cosmos: la académica y la experiencial.
En la primera parte del poema, el narrador describe cómo se sienta a escuchar al astrónomo, quien presenta sus datos, gráficos y teorías de manera sistemática y racional.
Sin embargo, a pesar del aprecio del público y la admiración por el conocimiento expuesto, el narrador experimenta una sensación de hastío y desconexión. Se siente abrumado por la rigidez de los números y las explicaciones lógicas, lo que le impide experimentar una verdadera conexión con el universo.
Es en el segundo momento del poema donde se produce un giro significativo.
El narrador decide abandonar la sala y salir al aire libre, sumergiéndose en la noche y dejándose llevar por la contemplación de las estrellas.
Es en este acto de retirada y soledad donde encuentra una comprensión más auténtica y profunda del cosmos. En la quietud de la noche, lejos del ruido y la racionalidad del mundo académico, el narrador se conecta intuitivamente con la grandeza y el misterio del universo.
Este poema nos lleva a reflexionar sobre la importancia de equilibrar el conocimiento intelectual con la experiencia sensorial y emocional, y la relación que este proceso, siempre cambiante, puede tener con la experiencia del sentimiento de la soledad.
Si bien el estudio y la investigación son fundamentales para comprender el mundo que nos rodea, también es esencial cultivar una conexión personal y directa con la realidad, a veces en soledad, en compañía de uno mismo.
La contemplación, la introspección y la soledad pueden ser vehículos poderosos para alcanzar una comprensión más profunda y significativa de la vida y el universo en su conjunto.
En última instancia, "When I Heard the Learn'd Astronomer" nos recuerda que el verdadero conocimiento no solo se encuentra en los libros y las conferencias, sino también en la experiencia directa y la contemplación silenciosa, en compañía de nuestro propio interior.