Por: Omar Milizia Aguilar, Psicología Fortaleza. | 4/12/2023
Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón mas hermoso de toda la comarca.
Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños.
Coincidieron todos en que era el corazón más hermoso que hubieran visto.
Al verse admirado, el joven se sintió aún más orgulloso, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón mas hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto, una anciana se acercó y dijo: "¿Por qué dices eso, si tu corazón no es tan hermoso como el mío?
"Sorprendidos, la multitud y el joven miraron el corazón de la vieja y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices, y hasta había zonas donde faltaban trozos que habían sido reemplazados por otros que no correspondían, pues se veían bordes y aristas irregulares a su alrededor.
Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos.
La mirada de la gente se sobrecogió, ¿Cómo puede ella decir que su corazón es más hermoso?
El joven contempló el corazón de la anciana, y al ver su estado desgarbado, se echó a reír.
- "Debes de estar bromeando", dijo. "Comparar tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio, el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
- "Es cierto", dijo la anciana, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor.
Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos a los que he amado.
Muchos, a su vez, me han obsequiado con un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto.
Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido."
"Hubo oportunidades en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio.
De ahí quedaron los huecos - dar amor es arriesgar - pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando, y alimentan la esperanza de que algún día tal vez regresen, y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."
- "¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?".
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas.
Se acercó a la anciana, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció.
La anciana lo recibió y lo colocó en su corazón; luego, a su vez, arrancó un trozo del suyo, ya viejo y maltrecho, y con él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección.
Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón, que ya no era perfecto, pero lucía mucho mas hermoso que antes, porque el amor de la anciana fluía en su interior.
¿Cómo es tu corazón?
La teoría del sufrimiento de Scheller
La teoría del sentido del sufrimiento de Scheler nos invita a adentrarnos en las complejidades de la experiencia humana frente al dolor. Nos lleva a reflexionar sobre si tiene algún propósito trascendental o si, por el contrario, deberíamos evitarlo en la medida de lo posible.
Esta teoría se relaciona con las ideas de Viktor Frankl, otro pensador que exploró en profundidad el tema del sufrimiento. Ambos filósofos se sumergieron en el análisis de las vivencias dolorosas, planteándose si estas encierran algún significado más allá de su apariencia superficial...
En nuestra sociedad occidental, existe una tendencia arraigada a considerar el sufrimiento como algo a ser evitado a toda costa. Sin embargo, esta actitud de negación nos enfrenta a una realidad innegable: el sufrimiento forma parte inevitable de la condición humana, de nuestro día a día, y de la interacción con nuestros seres queridos.
Por más que intentemos eludirlo o negarlo, tarde o temprano nos encontraremos cara a cara con él.
Scheler y Frankl nos instan a ir más allá de esta visión negativa del sufrimiento. Reconocen que, si bien es una experiencia desagradable, también puede ser una oportunidad para el crecimiento personal y espiritual si adoptamos la perspectiva adecuada.
Esta idea resuena con la noción filosófica de que el sufrimiento puede ser un camino hacia la transformación y la realización de nuestro potencial humano más profundo.
Desde mi perspectiva, veo en esta teoría una llamada a la introspección y a la autoexploración. Nos desafía a examinar nuestras actitudes hacia el sufrimiento y a considerar si estamos evitando enfrentarnos a él de manera constructiva.
Quizás descubramos que, en lugar de huir del sufrimiento, podemos abrazarlo como parte integral de nuestra experiencia y encontrar en él lecciones valiosas sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
Una visión positiva del sufrimiento
La teoría del sentido del sufrimiento de Scheler se despliega en diferentes niveles de interpretación, los cuales están intrínsecamente ligados a distintas dimensiones del ser humano. Según este filósofo, el sufrimiento puede ser entendido en tres niveles: biológico, psicológico y espiritual, cada uno de los cuales refleja aspectos fundamentales de nuestra existencia.
El nivel biológico se relaciona con el organismo físico, el psicológico con el "yo" y el espiritual con "la persona".
Desde esta perspectiva, se argumenta que el sufrimiento adquiere sentido únicamente cuando el individuo alcanza la dimensión más elevada de su ser, es decir, la espiritual. En los niveles psicológico u orgánico, el sufrimiento carece de un propósito real, ya que se experimenta de manera pasiva, sin una dirección clara.
Es solo en el plano espiritual donde el sufrimiento se transforma en un acto de sacrificio consciente, donde la persona renuncia a algo valioso en pos de un valor superior.
En este sentido, el sufrimiento deja de ser un mero padecimiento para convertirse en un medio para alcanzar un objetivo más elevado.
Scheler concibe el sufrimiento en la dimensión de la persona como un camino hacia el sacrificio, y sostiene que esta experiencia puede tener un impacto positivo en la vida del individuo.
El término "sacrificio" implica una acción deliberada que, aunque conlleve dolor, busca obtener o dar lugar a un bien superior.
De este modo, la persona no sufre simplemente por sufrir, sino que puede dirigir su dolor hacia la consecución de un fin valioso.
El amor
Desde una perspectiva filosófica, se nos ha inculcado desde temprana edad una serie de creencias sobre el amor que, si bien contienen cierta verdad, también encierran presiones sociales y expectativas poco realistas. Nos han enseñado que amar implica tolerar el sufrimiento, soportar las dificultades y dar sin medida, por encima de nosotros mismos, y por encima, incluso, de la persona a la que dirigimos nuestro amor.
Esta concepción del amor ha llevado a muchos a embarcarse en una búsqueda desesperada a relacionarse en busca de una intimidad especial, ya fuera con una pareja, un hijo, una hija, una madre, un padre, un hermano..., como si el tiempo se agotara, y el amor se perdiera irremediablemente.
Sin embargo, lo que rara vez se nos ha mencionado es que el verdadero amor no necesariamente está ligado al dolor. De hecho, amar sin sufrimiento es posible, e incluso se podría considerar como la forma más pura de amor.
En ocasiones, la prisa por encontrar el amor y el bienestar de, o en, la otra persona, puede llevarnos a tomar decisiones precipitadas, sin una verdadera reflexión o elección consciente. La falta de autoestima y de valoración personal puede agravar aún más la situación, convirtiendo la relación en un verdadero tormento en lugar de un vínculo enriquecedor.
Es crucial cultivar el amor propio, aprender a valorarnos y establecer relaciones basadas en el respeto mutuo y la autenticidad, en lugar de ceder ante las presiones sociales y las expectativas infundadas sobre el amor y lo que la otra persona "debería ser", de cómo "debería de estar".
¿Por qué la otra persona me hace daño? ¿Por qué siento éste dolor?
Es posible que en algún momento te hayas planteado estas preguntas, quizás de manera consciente, o tal vez solo en un rincón de tu mente, como una intuición.
Sin embargo, es importante comprender que atribuir tu situación a la mala suerte o a la maldad de las personas que están a tu lado, o que se acercan a ti, es simplificar demasiado la complejidad de las relaciones interpersonales.
La verdad es que, en gran medida, tú mism@ contribuyes a la dinámica que se establece con los demás, ya sea eligiendo activamente a ciertas personas o permitiendo su entrada en tu vida desde el principio. Lo mismo vale con la elección al respecto de tus propios pensamientos, comportamientos y reacciones emocionales.
Es posible que tu autoestima se encuentre herida, lo que te lleva a luchar por ese amor o por esa persona a toda costa, sea cual sea el precio a pagar. Esta falta de valoración personal puede ser la raíz de gran parte de los problemas que experimentas en tu relación con la otra persona.
¿Por qué no te permites reconocer tu propio valor?
Es fundamental reflexionar sobre cómo te puedes estar haciendo daño, a tí y a la otra persona, al permitir que éste camino en la búsqueda del amor, la intimidad y la unión con los demás pase por encima de todo.
Podríamos replantear la pregunta inicial de una manera más precisa: "¿Por qué me hago daño a mí mism@, por qué permito que otras personas me hagan daño?" o "¿Por qué permito que mis pensamientos, mis acciones, dañen el vínculo que quisiera disfrutar?", ¿Cómo me siento al plantearme estas dudas al respecto de mis propias reacciones y maneras de ver el mundo y a los demás?".
Pronto descubres que el amor no debería ser una lucha constante, una batalla en la que se aparece esta obligación para darlo todo. Este desequilibrio en la relación personal te lleva a cuestionarte constantemente la autenticidad de los sentimientos de la otra persona y te sumerge en un estado de agotamiento emocional.
Te olvidas de cuidarte a ti mism@, de atender tus propias necesidades, y te conviertes en una persona expectante de la propia vida, siempre buscando ese amor y, a la vez, el fin del sufrimiento asociado a él.
Un corazón hermoso
Este relato nos sumerge en una profunda reflexión sobre la naturaleza del amor de y la belleza, desafiando nuestras concepciones preestablecidas sobre lo que constituye un "corazón hermoso".
El joven proclama con orgullo la perfección de su corazón, sin cicatrices ni marcas visibles, y se regocija en la admiración de la multitud que lo rodea.
Sin embargo, su visión se ve cuestionada cuando una anciana se acerca y revela la verdadera belleza de su propio corazón, marcado por cicatrices y ausencias, pero lleno de amor y de experiencias compartidas.
En esta narrativa, la imperfección se presenta como un atributo esencial del verdadero amor.
Cada cicatriz en el corazón de la anciana es el testimonio de un amor entregado, de momentos compartidos y de experiencias vividas. A través de cada herida, se revela una historia de sacrificio y de entrega desinteresada, sin juzgar, sin tratar de conseguir nada a cambio, ni si quiera la propia satisfacción o bienestar personal.
Las ausencias y los huecos en su corazón no son signos de debilidad, sino testimonios de la valentía de amar a pesar del riesgo de sufrir.
La anciana nos enseña que el verdadero amor no se mide por la ausencia de dolor o de imperfección, propia o ajena, sino por la capacidad de entregarse por completo, incluso sabiendo que puede haber pérdida y sufrimiento en el camino. Cada marca en su corazón es un recordatorio tangible del amor compartido, y un símbolo de esperanza para el futuro.
La historia termina con un acto de generosidad y reciprocidad entre el joven y la anciana, donde ambos intercambian fragmentos de sus corazones.
En este gesto, vemos cómo el amor puede sanar y transformar, incluso las heridas más profundas.
Aunque los trozos de corazón no encajen perfectamente, la belleza radica en la aceptación mutua y en la conexión que surge a través del intercambio de amor y compasión.